El proyecto de ampliación del MALI, al aprovecharse del subsuelo para su inserción, desarrolla la figura arquitectónica a partir del terreno, evidenciando que el suelo de la ciudad no es una superficie neutral, sino sólo la capa superior de una superposición de estratos. Estos estratos contenidos en el subsuelo, se revelan por medio de un proceso de excavación casi arqueológico en el que el suelo público y el programa museístico desdibujan sus fronteras para activar y potenciar el uso del espacio público en varias capas.
Proponemos un proyecto que pueda ser entendido no como una adición al territorio, sino como una modificación de este partiendo de la luz como materia prima. El proyecto surge de un proceso de excavación, de horadación, graduando las intensidades con las que la masa ha sido cincelada según las necesidades de cada estrato.
Partimos del terreno natural como material a trabajar, y de la luz como material erosionador que cincela la roca, generando los espacios a través de una gran horadación, esta no pretende poner de manifiesto el espacio de la masa sino el vacío que se abre a través de ella como resultado de la excavación. Estas horadaciones emergen al paisaje natural y urbano del nivel superior como un espacio intermedio entre interior y exterior, abriendo el museo al parque y configurando un tejido continuo con el sistema de llenos y vacíos de la ciudad.
